jueves, 18 de agosto de 2011

traición.

 En la lóbrega noche me retorcí en cada esquina  hasta llegar a tu casa, mordí mi lengua hasta tragar sangre, rompí todas las macetas de la calleja y me revolví  sobre la cerámica rota castigando mi cuerpo, crují todos mis huesos; y maldije mil veces el día en el que te conocí, maldije tu nombre y tu apellido y hasta a la mujer que te trajo a este mundo … y al llegar a tu portal me astillé las uñas arañando la cal de tu fachada, arranqué los barrotes de tu reja para flagelar mi espalda con el acero, me rajé las palmas de las manos golpeando los cristales de tu ventana para quebrar tu clausura, y una vez en tu aposento miré tu cama vacía de luna y acaricié tus sábanas, las abracé, las manché con la sangré de mi cuerpo, me relié en ellas y las usé como sudario de mi santa mortaja. Y ante la luz intermitente del candil que alumbraba tu lecho, me abrí el pecho, saqué mi corazón, lo desgarré con mis dientes y lo dejé en tu mesita de noche para que siguieras jugando con él eternamente.


jueves, 11 de agosto de 2011

8O's

   


                                                                         
     


                    









 




     




   







Modelo: Riki Pú
Fotografía: Marina Roca

miércoles, 10 de agosto de 2011

un viejo amanecer.


De nuevo un viejo amanecer se asoma tras haber yacido en el olvidado valle, aparece en la mañana aún vestido de azabache y desgarra el delicado velo del alba mientras retumba en mis oídos la fúnebre risa del cuervo.

 Y de nuevo cada palabra, cada frase, cada vez que pronuncio tu nombre, cada pregunta ahogada en el silencio me hacen firmar mi sentencia de muerte.

 Y de nuevo negro luto al corazón, y de nuevo sin carne cual viernes de Cuaresma. 


jueves, 23 de junio de 2011

resurrección.

Muera toda la humanidad, todas las malas y buenas personas, todos los que me hostigan con sus miradas y los que me alaban, todos los excelentes y patéticos amigos, todos los que me hacen feliz y los que me apenan, muérete tú sobre todo diabólica persona saturada de orgullo. Muera yo, pero no me importa, soy divino y creo en la resurrección.

sábado, 7 de mayo de 2011

reminiscencias del pasado.

En esta primera entrada voy a pasar de describirme y decir como soy. Voy a hablar de alguien especial, alguien que marcó mi vida; una persona que me ha acompañado en mi pasado, lo sigue haciendo en el presente y lo estará en el futuro pese a no estar hoy en día a mi lado.
Entre jazmines, entre luminosos jazmines del patio florido, te recuerdo. Entre jacintos y azuladas hortensias, tropical hibisco, oloroso rosal y geranio; recuerdo tu dulce figura.
Recuerdo tu delicadeza , tu dulzura ,la tierna mirada que siempre me dedicabas. Recuerdo tu aroma, tu fresca fragancia de canela fina, de fragante romero, de alegres violetas… ese inconfundible olor que emanaba tu persona. Recuerdo la sutileza de tus manos marchitas , las sortijas que la adornaban; en especial aquella tricolor que parecía un semáforo y que tanto me gustaba. Te recuerdo como la compañera de mis juegos, impulsora de mi creatividad, de mi arte; la que consentía a su niño y se dejaba padecer y ofrecer cualquier cosa que pidiera; la que me enseñó los valores del buen cristiano, la que me mostró el sol de la vida y con la que paseaba en la deslumbrante mañana del pueblo.
Me hizo falta más tiempo para conocerte, para que me contaras tus historias, para oír todas esas tradiciones con sabor antiguo que me apasionan; pero no me ha hecho falta tiempo para poder amarte, para admirarte, para recordarte eternamente y para que seas para mi ese ideal ejemplo a seguir de tolerancia y bondad.
Hoy en día me cuesta aceptar que te fuiste, que me dejaste aquí en este mundo cruel, y me hace pensar que si hubieras estado acompañándome todo me hubiera sido más fácil, me hubieras entendido, me hubieras apoyado en mis decisiones, me hubieras hecho sentir especial y hubieras hecho desaparecer la soledad que me acecha .
Recuerdo, recuerdo, recuerdo… un día que con picardía te negué un beso, ¡Ay! Lo que yo diera porque ahora me lo pidieras, por notar el calor de tu piel, por volver a sentir tu aroma y trasladarme al inmaculado jazmín, por volver a mimarte y hacer de mi mejilla un relicario de oro en el que guardar por siempre tu beso.
Abuela, eres mi tesoro más preciado.